martes, 18 de octubre de 2016

POR QUÉ DAMNATIO MEMORIAE (y III)

CONTRA LA MEMORIA

Contra la memoria (Debate, 2012).
Desde su publicación en 2012 Contra la memoria [1] se ha convertido en uno de los más lúcidos alegatos contra la llamada «memoria histórica». Su autor, el  periodista y analista judío estadounidense David Rieff, reflexiona sobre el peligro que supone que ciertas elites políticas e ideológicas se inmiscuyan en la elaboración del discurso histórico. Por eso, Rieff establece una distinción entre dos conceptos que -con buen criterio- considera antagónicos:

1) Por un lado, la «memoria histórica», que sería un adulterado producto político-mediático, artificial y acientífico, creado a partir de la selección, sacralización y mitificación de determinados hechos históricos. Para Rieff, la «memoria histórica» es una ficción que busca condicionar la psicología de la población, y cuyo fin no es dar a conocer la Verdad, sino «hacer justicia» (sic).

El autor afirma que esta mitificación del pasado es algo pernicioso porque la rememoración o exaltación de determinados «recuerdos colectivos» puede servir para alimentar el rencor y los deseos de venganza entre individuos y pueblos; pero también porque, en ocasiones, al tomar rango de ley y tener como prinicpal objetivo teórico el resarcir a las víctimas de determinado periodo histórico, éstas tienden a creerse legalmente amparadas para llevar a cabo cualquier tipo de acción y a situarse moralmente por encima de otras víctimas (en palabras de Rieff, «no hay nada más socialmente incontrolable y, por ende, más peligroso políticamente que un pueblo que se tiene a sí mismo por víctima» o «las víctimas de hoy son, muy probablemente, los victimarios de mañana» [2]).

2) Por otro lado, la «Historia» propiamente dicha, que sería una disciplina científica con pretensiones totalmente asépticas y cuyo fruto normalmente no va mucho más allá de las cátedras y academias donde ha sido concebido.