domingo, 13 de noviembre de 2011

AGOGÉ, LA EDUCACIÓN ESPARTANA (y IV)

LA EDUCACIÓN DE LA MUJER ESPARTANA.


Esparta era la única ciudad griega en la que las mujeres gozaban de derechos elementales como el de la educación, la herencia y la propiedad. Además, las mujeres espartiatas se enorgullecían de sus logros intelectuales, poseían el poder económico, y no tenían miedo de expresar sus opiniones. Aristóteles reconoce así la posición de la mujer en Esparta [1]:

"El hombre y la mujer, elementos ambos de la familia, forman igualmente, si puede decirse así, las dos partes del Estado; de un lado los hombres, de otro las mujeres; de suerte que, dondequiera que la constitución ha dispuesto mal lo relativo a las mujeres, es preciso decir que la mitad del Estado carece de leyes. Esto puede observarse en Esparta; el legislador, al exigir de todos los miembros de su república templanza y firmeza, lo ha conseguido gloriosamente respecto a los hombres, pero se ha malogrado por completo su intento respecto a las mujeres, que pasan la vida entregadas a todos los desarreglos y excesos del lujo. La consecuencia necesaria de esto es que bajo semejante régimen, el dinero debe ser muy estimado, sobre todo cuando los hombres se sienten inclinados a dejarse dominar por las mujeres, tendencia habitual en las razas enérgicas y guerreras. Exceptúo, sin embargo, a los celtas y algunos otros pueblos que, según se dice, rinden culto francamente al amor varonil. Fue una buena idea la del mitólogo que imaginó por primera vez la unión de Marte con Venus, porque todos los guerreros son naturalmente inclinados al amor del uno o del otro sexo. Los lacedemonios no han podido evitar esta condición general, y en tanto que su poder ha durado, sus mujeres han decidido muchos negocios. ¿Y qué más da que las mujeres gobiernen en persona, o que los que gobiernan lo hagan arrastrados por ellas?".

No obstante, la historiografía ha discutido sobre la verdadera situación de la mujer en la sociedad espartana; y lo cierto es que tenemos datos tanto para afirmar que era una de las sociedades antiguas más liberales con las féminas, como para afirmar todo lo contrario, y que el papel de la mujer en Esparta quedaba reducido a ser un mero objeto reproductivo, pues los hijos eran, ante todo, un bien para la comunidad. Como fuere, estas diferencias en los datos aportados por las fuentes pueden ser reflejo de una evolución en el tiempo de las condiciones de vida de la mujer espartana. Como fuere, lo que no tiene discusión es que la vida de la espartana giraba en torno a la obsesión laconia por la reproducción, que fue tal que llegó a convertirse en toda una técnica de “fabricación de niños” (teknopoiía). Sin duda, el ideal femenino espartano era el de la maternidad. 


La educación de la mujer espartana también estaba perfectamente regulada por las normas de Licurgo, y las muchachas eran divididas en grupos de edad, aunque su instrucción era menos severa y continuada. Y, si bien, la enseñanza de la música, danza y canto tenían una gran importancia y competitividad, ésta, ante todo, como en la educación masculina, giraba en torno al deporte y la gimnasia, por lo que eran comunes los ejercicios físicos al aire libre y su participación en competiciones de velocidad, lucha y lanzamiento de disco y jabalina. En ocasiones, las mujeres participaban desnudas en estos certámenes en los que además también participaban los hombres. Esto ha llevado a suponer que la mujer espartiata gozaba de una enorme consideración social y de una amplia libertad en su comportamiento, así como en el ejercicio de ciertos derechos, aunque estos nunca fueran políticos.
La idea, que en nuestros días ha sido verificada por la ciencia, era que tal educación física permitía que las mujeres consiguieran unos cuerpos robustos y fibrados, pues esto facilitaría la concepción de hijos y, en buen grado, evitaría que la mujer tuviera dificultades tanto durante el embarazo como durante el parto, lo que en buen número de casos soslayaría complicaciones que pudiesen dañar al bebe; es decir, lo que se perseguía, una vez más, era  un objetivo eugenésico: madres en forma eran madres más fecundas que engendraban hijos más saludables. Tal es así que existía algunas disposiciones en las leyes espartanas, que a nuestros ojos podrían parecer sorprendentes, como la que permitía que la esposa de un hombre anciano fuese fecundada por otro hombre más joven, la que permitía que varios hermanos compartiesen una misma mujer, o la que establecía que cualquier varón podía procrear con una mujer casada si el marido de ésta no ponía inconveniente. La sociedad espartana carecía de la conciencia de adulterio.
Tan importante era la crianza de hijos para el Estado espartano que los solteros (ágamoi) no sólo eran multados por serlo, sino que se les excluía de diversas celebraciones ciudadanas y eran comúnmente vejados en público. Por el contrario, los ciudadanos espartanos que tuvieran tres hijos quedaban exentos de prestar servicios de armas, y los que tuvieran cuatro o más no pagaban impuestos.

En resumen, mientras el hombre libre espartano era educado desde niño para hacer de él un soldado, a la mujer se la educaba para que también interiorizase los principios del Estado espartano, y aceptase el honor de ser la esposa y la madre de sus futuros guerreros. La mujer espartana también recibía esta educación en su hogar, en el que permanecería durante toda su juventud hasta el matrimonio, desde edad muy temprana. En su caso, la educación corre a cargo de su madre, hermanas mayores y nodrizas. Sin embargo, aunque el hogar espartano era la célula social básica, y la mujer controlaba el funcionamiento de la casa, entre las tareas que se les inculcaba no estaban las propias de las mujeres del resto de Grecia: cocinar, limpiar, confeccionar prendas de vestir, y criar a los hijos, pues todas éstas eran actividades reservadas a las mujeres hilotas. Con el tiempo, cuando las niñas se iban haciendo mayores, también recibían esta serie de valores a través de las reuniones de féminas a las que acudían, en especial las realizadas en torno a los coros de danza y música.

LA ALARGADA SOMBRA DE LA EDUCACIÓN ESPARTANA.
“Historia de un mito historiográfico”, “espejismo espartano”, “mito o realidad”,... son algunas de las muchas expresiones que podemos encontrar en obras actuales sobre la Historia de Esparta y que reflejan la complejidad que el historiador moderno tiene para conocer la verdad sobre la historia del Estado lacedemonio, pues todo lo que conocemos de él nos ha llegado a través de la idealizada imagen que nos han legado sus partidarios, en especial Jenofonte, o la pervertida visión que nos han transmitido sus detractores filoatenienses. Y es que ya en la Antigüedad Esparta y su modelo educativo no dejaban a nadie indiferente y representaban el paradigma de la confrontación ideológica entre los grupos más conservadores de las sociedades griegas, partidarios de un férreo dirigismo estatalista que veían en Esparta el paradigma de eficacia y de orden social, y los defensores de sistemas más democráticos.
Igualmente, la historiografía moderna rara vez ha escapado a las pasiones en pro y en contra de Esparta; la penúltima vez ocurrió en la primera mitad del siglo XX, cuando los historiadores liberales veían en Esparta un vetusto precedente de los entonces triunfantes regímenes fascistas, mientras, en cambio, para estos últimos, Esparta fue, y no sólo en la teoría, una fuente de inspiración para levantar las estructuras de sus nuevos Estados totalitarios.
Tanto la Alemania nacionalsocialista como la Italia fascista, y otros regímenes menos exitosos, tomaron prestados algunos de los modelos institucionales laconios. Así, en la Italia del Ventennio, que se reconocía heredera de Roma y de la civilización grecolatina, la juventud itálica era obligatoriamente agrupada desde la más temprana infancia en las organizaciones paramilitares de la Gioventú Fascista: Hijos de la Loba, Balillas,.... Estas organizaciones funcionaban en torno a las actividades físicas y las ideas de disciplina, jerarquía, amor a la Patria. Sin embargo, a diferencia de una Italia mussoliniana más humana y mediterránea, será la Alemania nacionalsocialista la que lleve fríamente hasta el extremo algunas prácticas de clara influencia espartana. Ya desde el siglo XIX una parte de la historiografía germana se empeñó en idealizar el modelo social y político espartano, e identificar a los dorios con las poblaciones arias, en lo que era una forzada y racista interpretación de la Historia. Conociendo la influencia que éstos historiadores decimonónicos tuvieron en la configuración ideológica de los movimientos nacionalistas alemanes del cambio de siglo, estamos en disposición de afirmar con rotundidad que algunas de las instituciones que posteriormente crearía el Estado nacionalsocialista, son una copia directa, y exagerada hasta el paroxismo, de los modelos espartanos. Recordemos, así, las políticas de eugenesia germanas, o como la juventud alemana también era agrupada en las Juventudes Hitlerianas (Hitlerjugend), o como el proyecto Lebensborn pretendía crear una raza perfecta de hombres nuevos en auténticos criaderos humanos.
No obstante, Esparta no fue un modelo exclusivo de los Estados fascistas, sino que otros Estados totalitarios, quisieron ver en Esparta el precedente y la garantía del éxito para modelos políticos igualitaristas y comunistas.

BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA Y RECOMENDADA.
F BIRGALIAS, Nikos: L’Odyssée de l’education spartiate. Historical Publications St. D. Basilopoulos, 1999.
F  BOWEN, James: Historia de la Educación occidental I. El mundo antiguo. Herder, 1986.
F  CARTLEDGE, Paul: Spartan reflections. 2001.
F CARTLEDGE, Paul: Sparta and Lakonia. A Regional History 1300-362 B.C., segunda ed., Londres/Nueva York, Routledge, 2002.
F  CARTLEDGE, Paul: Termópilas. La batalla que cambió el mundo. Ariel, 2007.
F  CARTLEDGE, Paul: Los espartanos. Una historia épica. Ariel, 2009.
F  CASILLAS, Juan Miguel: La Antigua Esparta. Arco Libros, 1997.
F  FORNIS, César: Esparta. Historia, sociedad y cultura de un mito historiográfico. Crítica, 2003.
F  GARCÍA GUAL, Carlos: Antología de la poesía lírica griega. Siglos VII-IV a.C.. Alianza, 1998.
F  JANNI, Pietro.: La cultura di Sparta arcaica, Ricerche, II, Roma, 1970.
F  KENNEL, Nigel: The Gymnasium of Virtue: Education and Culture in Ancient Sparta. Chapel Hill & London, 1995.
F  MARROU, Henry-Irenne: Historia de la educación en la Antigüedad. Akal, 1985.
F  RAWSON, Elizabeth: The Spartan Tradition in European Thought, Oxford, 1969.
F  VV.AA.: Esparta. Cuadernos de Historia 16, 14. 1985.


[1] ARISTÓTELES: Política II, 6. Alianza.

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